Cómo evoluciona la educación pública y su papel social.

A veces pensamos que todo lo bueno que tenemos hoy en día surgió de ideas altruistas, puras y desinteresadas, pero en muchas ocasiones no suele ser así. Es el caso de la educación Occidental pública, obligatoria y gratuita. Esto no es nada raro, por ejemplo muchas tecnologías (esta misma de Internet), que disfrutamos hoy, fueron inicialmente concebidas para proyectos militares u otros fines. 

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Los humanos como especie transmitimos y ampliamos nuestros conocimientos y experiencias de generación en generación, esto es lo que nos diferencia de ser simples animales; sin nuestra capacidad y esa formación no superaríamos físicamente a muchas otras especies. Todo lo que somos como personas es lo que aprendemos a través de la formación: no nacemos agricultores, médicos, albañiles, ingenieros, abogados, profesores, artistas,… Esos conocimientos nos son dados a través de algún tipo de formación o educación experimental y/o teórica. Pero no sólo es eso lo que se ha transmitido en la educación, sino que pronto se reparó que en ese proceso se transmitían la cultura, la religión, la organización social,… con sus avances y prejuicios, para bien y para mal. De tal manera que quien tuviese la capacidad de moldear la mente, tenía una potente herramienta de control social; además de formativa.

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En cierto sentido, con mayor o menor acierto, en cada época se recurrió a la instrucción tratando de formar el capital humano que se necesitaba, desde la visión de sus dirigentes y reflejo de la sociedad existente.  

Y como no, esa formación estaba trufada de la visión social y del mundo de cada momento, y así era transmitida y reproducida. La educación en Occidente ha evolucionado a lo largo de los siglos y muchas de sus prácticas son reconocibles en nuestros días. Mientras en la Grecia clásica la instrucción obligatoria era cosa de esclavos, no había escuelas y las academias platonianas eran espacios de reflexión, conversación y experimentación. En Esparta estaba orientada a la instrucción militar, donde el Estado descartaba a quienes no cumplían los mínimos estándares, las clases eran obligatorias, con una disciplina férrea basada en castigos, y la conducta se corregía a través del dolor y el sufrimiento.

Durante siglos, después de la caída de Roma, la educación Occidental estuvo en manos de la iglesia, que era de los pocos reductos donde el conocimiento era transcrito y transmitido con una visión teocrática. Fue en el siglo XVIII con el despotismo ilustrado cuando surge la educación pública, gratuita y obligatoria. Concretamente nace a finales del siglo XVIII y principios del XIX en Prusia. Los monarcas, prevenidos por la Revolución Francesa, impusieron algunos principios de la Ilustración para satisfacer al pueblo, pero manteniendo el regimen absolutista. La escuela prusiana se basaba en una fuerte división de clases y de castas, su estructura hereda del modelo espartano la disciplina, la obediencia y el régimen autoritario. Los déspotas ilustrados necesitaban un pueblo dócil y preparado para las guerras que hubo entre todas las naciones que estaban naciendo en aquella época. No se formaban ciudadanos, sino obedientes súbditos de estos estados. Como vemos, pública, obligatoria y gratuita, no necesariamente significa democrática. 

Sin embargo, para este tiempo, le dio una ventaja competitiva indudable como estado, en comparación con el resto. Las noticias del éxito de este modelo educativo se extendieron rápidamente, haciendo que el resto de naciones se inspiraran en él. Con el paso del tiempo se expandió a nivel internacional.  Siguiendo el lema de aquellos tiempos de «todo para el pueblo, sin el pueblo» se impone una «educación para todos» desde el despotismo que perpetuaba modelos elitistas y la división de clases. No era universal, pues hasta siglos recientes amplias capas sociales eran analfabetas, y la educación de élite era patrimonio de las clases más acomodadas socialmente. La igualdad de oportunidades era una entelequia, la cultura, la ciencia y demás avances, de hecho son producto de quienes no tenían que dedicar todo su tiempo en intentar sobrevivir. Napoleón enemigo jurado de todos estos déspotas, más tarde hizo lo mismo, con una visión política utilitarista de formar un cuerpo docente para dirigir el parecer de los franceses. Lo tenía muy claro, y esta función para bien o para mal, opera hasta nuestros días. El modelo de escuela también tiene y ha tenido usos perversos: complementado con investigaciones sobre el control de la conducta, propuestas de utopías sociales, y hasta teorías de superioridad racial. Algunos estados con el modelo prusiano fueron con el tiempo focos de xenofobia, supremacismo y nacionalismo extremo. 

La escuela se expande en el mundo positivista de la Revolución Industrial buscando la eficiencia, es decir los mejores resultados con el menor esfuerzo e inversión posibles, aplicando fórmulas científicas y leyes generales. La escuela era la respuesta ideal a la necesidad de trabajadores. Los mismos empresarios industriales del siglo XIX (Carniege, JP Morgan, Rockefeller, Ford, ..) fueron los que impulsaron la educación obligatoria a través de sus fundaciones. El modelo industrial de cadena de montaje era perfecto para la escuela. La educación de un niño se concibe como la manufactura de un producto, con una serie de pasos en un orden específico, separando a los niños por edades biológicas en grados escolares, en cada etapa se trabajaría sobre determinados contenidos que asegurarían el éxito, pensados minuciosamente por expertos. El papel del maestro es enseñar una serie de contenidos que «alguien» ha determinado así, para su edad. No necesariamente esos «alguien» son educadores, ni biólogos,…; puede que los determinasen administrativos o burócratas ajenos a la docencia.

Este sistema de cadena de montaje, que nace con el Taylorismo, fue aplicado tanto en la industria, la escuela, el ejercito de diferentes países y culturas de Occidente. En esta cadena una persona estaría a cargo de una pequeña parte del proceso, que no conoce el mecanismo en su totalidad, ni a las personas en profundidad. Un docente por año, por materia, cada 30 o 40 alumnos, en un proceso que puede ser meramente mecánico. Una educación administrativa, alumnos y profesores que llegan y se van, y así repitiendo el ciclo cada día. Al faltar tiempo individual para cada alumno, es un proceso de tipo colectivo, donde se pretende que todos los alumnos hagan lo mismo al mismo tiempo. Grupos homogéneos con resultados parejos, donde todos tienen que saber lo mismo, a pesar de que todos no nos dedicamos a lo mismo, ni sabemos lo mismo.

La escuela pública, desde su concepción, es un centro de instrucción y es lo que hace. El que no aprende se queda, se selecciona el tipo de personas que llegarán a los distintos niveles, excluyendo al resto, creando distintos grados de formación, segmentado la sociedad en ese aspecto. En verano los alumnos eran liberados para ayudar a sus padres con la cosecha. La escuela tenía esa estructura de cuartel, donde los recreos y tiempos terminan con un timbre que dice donde deben pararse, detrás de una cierta fila y lugar. Las escuelas se construyen con la misma estructura que las fábricas, priorizando el cumplimiento de las reglas, el control social, las personas se convierten en números, calificaciones y estadísticas.

La «genialidad» del Taylorismo y del Fordismo es que se libran de la dependencia de los antiguos artesanos que realizaban todo el proceso, y por tanto tenían el poder de paralizar la producción. Subdividen el proceso en pequeñas rutinas fáciles de ejecutar por obreros sólo instruidos en esa pequeña parte, fácilmente sustituibles llegado el caso. Para ello necesitan ejércitos de obreros procedentes, sobre todo, del mundo rural. Con la revolución industrial había desabastecimiento, no de materias primas, sino de trabajadores industriales obedientes, consumistas y eficaces. La solución a este problema económico se buscó en la escuela pública obligatoria. El sistema de escuelas de principios de 1900 estaba diseñado para crear una nación llena de adultos que hicieran su trabajo de forma obediente en la linea de producción de la fábrica. El modelo USA no estaba inspirado en los niños, ni en generar intelectuales, ni para soñadores, personas que dibujan fuera de las líneas, o que rompen las reglas o desafían al status quo. Enseñar a los niños a sentarse en línea recta y planificar el día con el sonido de las campanas no era por casualidad, castigar a los que no estaban conformes era intencional, estas eran las habilidades que necesitarían para unirse a la mano de obra. Esta invención para transformar a los soñadores en trabajadores era una inversión para el futuro de la economía de la nación. Y funcionó. Llevó a varias generaciones de trabajadores productivos y ocupados.

En el pasado las personas obedientes que hacían su trabajo sin preguntar eran recompensadas por trabajar duro y dejar sus sueños de lado para conformarse y les daban trabajos bien pagados, logrando carreras de largo plazo, se les garantizaban pensiones, beneficios, la promesa de que siempre se les cuidaría y así era. Pero ya no está funcionando, porque nuestra economía ha cambiado, ya no vivimos en una economía industrializada, vivimos en una economía conectada. Ahora mismo hay más personas en Facebook que personas en el planeta que hace 200 años, la tecnología hace posible la conexión con personas, ideas e información de cualquier parte del mundo de manera instantánea, y como resultado nuestras economías ya no están en pequeños pueblos o comunidades, sino en el mundo entero, contamos con comercio globalizado en todos los aspectos. 

El pacto social del pasado garantizando una vida laboral, a cambio de un empleo se ha roto, hoy ya no existe esa promesa para la mayoría de personas. Un trabajo administrativo es similar a los que trabajaban en una fábrica, sólo que en lugar de operar una máquina o soldar un artefacto, hoy lo hacen con lápices, operan un teclado o hacen papeleo; esto también es trabajo industrial, porque todo el enfoque del día se centra en aumentar la productividad, sin espacio para la creatividad, la espontaneidad o la individualidad. Las masas de trabajadores educados todavía hacen lo que se les dice, pero lo que consiguen ya no es lo que se merecen. Incluso si hacen todo lo que se les pide que hagan: graduarse en secundaria, ir a la universidad, obtener un título, trabajar duro en cualquier trabajo que pueda encontrar, si son lo suficientemente afortunados para encontrarlo, no tienen nada garantizado. Compañías forzadas a cambiar, despidos frecuentes, escasas oportunidades de empleo estable y desaparición de trabajos bien pagados, deslocalización de empresas. Cualquier trabajo sistematizado siempre encontrará a alguien que puede hacerlo más barato. En la actualidad el promedio de duración de un trabajo de es de 4,5 años, en contraste con los 40 años del pasado en los años 60. A esto se le suma la robotización, donde cada vez se necesitan menos personas.

Hoy las cosas son diferentes y no serán como solían ser. Con los avances tecnológicos, las implicaciones educativas actuales son diferentes. El reto sigue siendo educar, pero en un escenario con reglas diferentes; donde los alumnos: pueden encontrar información de todo, en cualquier momento y desde cualquier parte. El docente ya no es la principal fuente de información. La sociedad conectada recompensa a un grupo de personas diferente. Recompensa a las personas que ven las cosas de manera diferente, que no se conforman, personas que tienen ideas que nadie más tiene, personas que desean trabajar duro, pero que saben que la manera antigua de hacer las cosas ya no funciona. La economía conectada los recompensa no por ser un engranaje más, sino por destacarse y llegar más lejos. La economía conectada recompensa a los «conectores», ya sea que esté conectando a una persona con otra persona, a un negocio con otro negocio, a un negocio con un producto, o a un producto con una persona. Quienes aprendan a conectarse son los que van a obtener mayor valor añadido y sobresalir.

Así es como el mundo ha cambiado, no va a cambiar, ya cambió. Hemos superado los límites tradicionales. De las tres teorías de aprendizaje en auge: conductivismo, cognitivismo y constructivismo, ninguna fue concebida teniendo en cuenta la era de la información. Surgen otras teorías como el conectivismo (que tiene sus críticas y discrepancias) es otra teoría del aprendizaje para la era digital: saber cómo y saber qué, están siendo complementados con saber dónde, pues el canal es más importante que el contenido. Las decisiones están basadas en la transformación acelerada, ya que continuamente se adquiere nueva información que deja obsoleta la anterior. La habilidad para discernir entre la información importante y la trivial es vital, así como la capacidad para reconocer cuándo esta nueva información altera las decisiones tomadas con base en información pasada. Veremos……

 

REFERENCIAS.
http://www.youtube.com/watch?v=yXeQjiNOVSY
http://www.youtube.com/watch?v=tnttImbRaXo
http://www.youtube.com/watch?v=K0DgXoCoFLE
http://www.youtube.com/watch?v=Pn1ZI6fcaOA
youtu.be/pVZYn9MzCKo

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