Europa necesita esperanza.

Cuando alguien está gravemente enfermo hay dos opciones: que acudan quienes realmente tienen la cura o que aparezcan los buitres para devorar su cadáver. Algo parecido está sucediendo con Europa, con los populismos, fascismos y nacionalismos, que surgen por doquier avanzando electoralmente, que con este diagnóstico tan grave que compartimos pretenden recetarle aspirinas y tiritas.

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