El autoengaño, el populismo y el fanatismo también se consolidan fisiológicamente. La disonancia cognitiva.

Los discursos populistas interiorizan estrategias de manipulación y persuasión, que se basan sobre todo en recurrir a las emociones y huir de la lógica. Las emociones nos impulsan a actuar sin pensar. No es casualidad, tiene una base científica y biológica, la zona del cerebro de las emociones es la más primitiva y desarrollada. Mientras que la zona de la lógica, al ser más nueva, menos desarrollada tiene una actuación secuencial posterior. Eso propicia que en la inmediatez seamos seres  emocionales en mayor parte. Cuando se repite muchas veces una mentira, acaba siendo realidad en la mente de quienes la escuchan acríticamente. Esto es así porque las células neuronales repiten el mismo patrón una y otra vez, hasta que acaban convirtiéndose en enlaces neuronales permanentes, conocidas como redes neuronales. Esta conexiones ya no son fáciles de eliminar, porque pasan a ser parte de la identidad del individuo. Así nacen las convicciones y el sectarismo, si se tiene la habilidad de dar con los mensajes clave que se trasladan. El fanático en verdad cree lo que dice, por más pruebas que le des en contra.

El sistema límbico es un sistema formado por varias estructuras cerebrales que regulan las respuestas fisiológicas frente a determinados estímulos. Es decir, en él se encuentran los instintos humanos. Seguir leyendo